A veces me pregunto
por qué la vida
nos devora tanto.
Nos quiebra como a ramas
casi secas,
revuelve nuestras muertes
cotidianas.
a veces, solo sigo
pretendiendo ser viento
adormecido
o la calma del lago
entre las sombras
de los árboles.
Es por eso que entrego
mi alma sin tapujos
al bello arte de la poesía
esa que contamina de belleza
cada parte del cuerpo
dando vuelta mi mente
ayudando, en mi huida
por entre nubes bajas
o entre flores
cubiertas de rocío.