Me regalas tu voz y tu sonrisa
tu paciencia y quizás tu ternura
me regalas aquello que quería
cuando hoy, muchas hojas han caído.
Me concedes la gracia de saberte
de poder hablarte y escucharte
te concedo mi amor de tanto tiempo
el esfuerzo infinito de esperarte
la dulzura, que siento todavía.
Está todo lo que hemos vivido,
no uno en brazos del otro
no los dos en la historia
de una cama ...
pero sí en tantas cosas
que sabemos tú y yo
mientras pasa la vida.
Te regalo el tiempo que me quede
la flor, que en una rosa que
muy roja, acaricia tu mejilla envejecida.
Me regalas mil cosas sin saberlo
por eso me elevo hacia el cielo infinito
por ese amor, que un día sin medir
....te he entregado.